JUAN JOSÉ CUADROS PÉREZ
Juan José Cuadros Pérez (Palencia, 1926 - Madrid, 1990) fue un poeta y escritor
español.
Su
padre, Juan José Cuadros, natural de Beas de Segura (Jaén) trabajó de
funcionario técnico de Correos. En la década de 1920 estuvo destinado en
Palencia. Cuando Juan José tenía tres años de edad sus padres retornaron a Beas
de Segura, municipio perteneciente a la sierra de Segura en Jaén. Sus primeros
estudios los comenzó en Beas hasta primero de bachillerato y en 1941 se
trasladó a Baeza para continuar sus estudios en el mismo instituto donde años
antes impartió clases el poeta Antonio Machado, que influyó en cierta medida en
Juan José por su inclinación a la literatura. De joven fue buen observador,
apasionado por el paisaje y el paisanaje, y pronto comenzó a dar sus primeros
pasos en la poesía. En 1945 partió para Madrid y empezó a estudiar ciencias
exactas en la facultad de ciencias. Luego tuvo que dejar los estudios, se
presentó como opositor al cuerpo de topógrafos y sacó plaza en el Instituto
Geográfico Nacional lo que le obligó a instalarse definitivamente en Madrid
donde compaginaba su trabajo de topógrafo con su afición a la prosa y la
poesía.
Obras notables: Niño sin amigos, Aquí se dice de un Pueblo, Navanunca, El Asedio, Recado de buen amor, Vuelta al Sur, Memoria del camino, El único camino, Los últimos caminos, Caminos (Antología poética), Árbol del Paraíso, Viaje a la Sierra de Segura, El libro de La Guindalera, Por los cerros de Úbeda, Tiempo rescatado, Por tierra de pan amar y Al amor de los clásicos.
Distinciones: González de Lama (1974),Antonio Camuñas (1983)
Calle
del Árbol del Paraíso
Aquí
dejo una lágrima
que
vale por un mar.
En
esta calle
-
árbol del paraíso -,
donde
nadie recuerda,
ni el
herrero ni el cura,
a una
muchacha de cabello rubio
y
libros bajo el brazo,
de
mañana
y al
final de la calle.
Por
los castaños locos de la Plaza
Mayor,
me voy; me quedo
con
ganas de pedir que llueva tanto
como
llovía aquel febrero
por
el Sur, aunque en esta
calle
que nombro y que parece
mentira
el nombre – árbol
del
paraíso -, nadie,
ni el
cardador ni el carpintero,
imaginaba
ni podía saber
que
una muchacha
de
pelo blanco y muerte al hombro
dejaba
su última memoria
junto
a la torre blanca
que
septiembre hace de oro
y
llaman San Miguel.
Recado
de Buen amor (Editorial Nacional 1968)
Juan
José Cuadros Pérez
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