ALONSO VERDUGO Y CASTILLA (CONDE DE TORREPALMA)
ALONSO
VERDUGO Y CASTILLA (CONDE DE TORREPALMA)
Alonso Ignacio de Verdugo de Castilla Ursúa y Lasso de Castilla. Conde de Torrepalma
(III) y señor de Gor, el Caballero Acólito Aventurero, el Difícil. Alcalá la
Real (Jaén) 1706-Turín (Italia) 1767. Poeta, académico, político, diplomático.
El 10
de junio de 1740 era elegido académico de número el diplomático y poeta Alonso
Verdugo, conde de Torrepalma. El ocupante de la silla P había sido elegido
supernumerario cuatro años antes, el 6 de marzo de 1736. El primer giennense en
la historia que forma parte de la Real Academia de la Lengua Española.
Pedro
Verdugo(padre del poeta), era uno de los hombres más eruditos de su tiempo. El
joven Alonso pronto seguiría los pasos de su padre; ya a los trece años
traducía obras del italiano y, aficionado a la poesía como su padre, escribía
sus primeros versos. En 1720 se
trasladaron a Granada y Verdugo hijo empezó a abrirse camino en el mundo de las
letras y de los estudios; acudía a bibliotecas y a sesiones literarias y se
codeó con numerosos intelectuales de la época.
Más
adelante, con la llegada de los reyes a Madrid, Verdugo se estableció en la
capital y participó en la fundación de la Real Academia de la Historia, creada
el 21 de febrero de 1735. El tercer conde de Torrepalma estuvo siempre
vinculado a la política y a la labor diplomática, de la mano de la Casa Real;
entró al servicio de Fernando VI como mayordomo de semana y en 1755 fue
nombrado ministro plenipotenciario en Viena, donde permaneció cinco años; desde
allí informaba de su labor al monarca religiosamente, enviándole cartas con
numerosa documentación y noticias. En 1758 Carlos III le nombró embajador en la
ciudad de Turín, cargo que desempeñó hasta su muerte en 1767.
Si
ya, otro tiempo, la frondosa orilla
Del
Dauro umbrío oyó en su estancia fértil,
Al
sonoro susurro de sus auras,
Sencillo
concertar mi canto alegre;
Si me miraron sus cristales puros,
Triste,
tal vez, hurtar a su corriente
Poca
luz en la sombra de mi bulto,
Mucho
silencio en mi lamento débil;
Si me escucharon sus hermosas ninfas
Gemir
amante; si aún sus troncos pueden
Eternas
señas dar del duro estilo,
Y
amargo ejemplo al que sus cifras lee;
Menos compadecido Manzanares,
La
viril voz escuche cuando aliente
El
ronco pecho números ingratos,
Que
en sus áridas márgenes resuenen.
«A la
Academia del Buen
Gusto
dedica su pobre número el Difícil»
l 9
de enero de 1749 Alonso Verdugo y
Castilla
Todo
se lo lleva el tiempo,
Y aún
de los duelos que causa,
Borra,
como en polvo impresas,
Las
huellas y las estampas.
Reparables
son las penas,
Fugitivas las desgracias,
Breves
los daños, caducos
Los
males, cortas las ansias.
La vida más breve el fin
De
muchas penas alcanza,
Que
si inhumanas afligen,
También
fallecen humanas
Fragmento
del romance “Desde el desierto”
Alonso Verdugo y Castilla
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